La magia de la música
Por: Laura Vanessa Rodríguez
Hasta que un día mi madre me dijo que ya pensó en un lugar. Fue así como presenté el examen de ingreso a un colegio, claro está que aquel colegio no tenía algún énfasis, era más bien religioso, pero yo no le veía problema; me emocioné mucho después de salir de ese colegio pensando en cómo serían las cosas allí.
Esa misma tarde me acosté al lado de mamá, cuando repentinamente me dice que ya había encontrado un colegio mucho mejor, le pregunté el nombre y me dijo que se trataba del Conservatorio de Ibagué. En esos momentos de mi vida yo no me veía relacionada con la música, a pesar de que gran parte de mis familiares eran músicos, sencillamente no quería, pensaba que en mi vida haría algo diferente a esto, pero cuando recibí esta noticia, todo cambió.
Desde ese día mi madre empezó a formarme musicalmente, hasta que llegó el día cuando presentaría mi audición; estaba realmente nerviosa, pero afortunadamente pude pasar; recuerdo mi primer día como si hubiese sido ayer, mis primeros pensamientos cuando llegué fueron que había mucha gente y que la estructura del colegio era bastante grande, pues había pasado de estar en un salón con 13 personas, a estar con alrededor de 40 estudiantes.
Pasaron alrededor de tres meses y poco a poco fui acostumbrándome a este lugar, hasta que llegó el día en el que tendríamos que escoger nuestro instrumento, había muchos instrumentos que me gustaban, pero para ese entonces ya llevaba un pequeño proceso con el violín, así que no tenía de otra más que escogerlo. Pasó y pasó el tiempo pero yo no me sentía muy a gusto con mi instrumento, era como si lo estuviese haciendo por obligación, y en cierto sentido esto me desmotivaba.
El tiempo siguió avanzando, ya tenía algo de destreza en mi violín, pero no dejaba de preguntarme ¿En dónde está lo divertido de hacer esto? de verdad que no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba diciendo. Cuando entré al grado séptimo en el año 2016, recuerdo las audiciones, un momento en el que todos los estudiantes desde el grado 5 a 11 quieren superarse y sacar buenas calificaciones.
Como todos los demás, yo quería hacerlo bien, pero sabía que no me esforzaba lo suficiente, aún así traté y esto fue tan extraño y tan nuevo para mí que bajé llorando del escenario, ¿qué me pasaba? Fue una sensación que al día de hoy no he sabido describir, las personas me miraban, pero sabía que no eran miradas para juzgarme, no se sentían de esa forma. Ese mismo día recibí mi calificación y noté que era buena, así que supuse que había hecho las cosas bien.
Esa presentación y las emociones que sentía jamás se me olvidaron, así que concluí que quería seguir sintiendo esto, porque por más nervios y ansiedad que estas presentaciones pudieran causarme, era lo que deseaba, en efecto, había encontrado una forma de expresarme, y sí, quería esto para mí. Seguí avanzando, con las ganas de ser cada vez mejor y tenía esas ganas enormes de que las personas me escucharan, que vieran mi ser reflejado en mi violín.
Cuando todas estas cosas sucedieron, me di cuenta que durante mucho tiempo me quejé, pensé que esto no sería lo que haría para mi vida, subestimaba mucho a este arte, afortunadamente ese momento llegó a mí, gracias al cielo descubrí la magia de la música, algo que sencillamente te atrapa y te brinda una manera increíble de ver y sentir el mundo que nos rodea.
Desde este momento quedé más enganchada que nunca, es algo inexplicable, agradezco enormemente a mis maestros y a mis amigos que siempre me han apoyado e impulsado al lugar y la situación en que me encuentro al día de hoy, definitivamente quiero seguir así, ahora pienso y sencillamente no me veo en alguna otra carrera que no sea la música, entendí que en el momento en el que mis dedos tocaron esas cuerdas mi destino quedó decidido; espero que para cada una de las personas que lean esto, llegue ese momento, en el que la música y ustedes sean uno solo.
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