El año final, el año de lo inesperado

Por: María Camila Torres Amézquita 11ºA 

Era 20 de enero del año 2020, ese día empezaba mi último año escolar, era genial pensar que ese año me graduaría  junto a mis compañeros, además de eso, estaba emocionada porque quería saber cuales serían mis maestros, en qué salón quedaría, cuáles serían mis compañeros o si iba a quedar con algunos de mis amigos, la verdad eso me daba mucha emoción.  Por fin llegó la hora,  ese día  madrugué y la verdad me levanté con la mejor energía, me organicé, desayuné y a las 5:30 a.m. ya estaba saliendo de mi casa hacia el colegio. Llegué a las 5:50 a.m. apenas llegué busqué a mis amigos y me reuní con ellos, hablamos sobre nuestras vacaciones y nuestras expectativas para ese nuevo año, hasta que nos llamaron a formar.

Como siempre en toda mi vida escolar, era la primera de la fila; los maestros y directivos nos dieron la bienvenida y nos dieron las indicaciones para ir a nuestros respectivos salones, cuando llegamos nos dio mucha alegría que nos tocara en nuestro mismo salón, el más grande, espacioso y fresco, era lo mejor. Llegó  nuestra directora de grupo la maestra Marlene Rivera, nos dio una charla y luego salimos al descanso,  el día se pasó rápido, solo nos vimos con nuestra directora de grupo, terminó ese día y así continuó la semana, relacionándonos con nuestros maestros por ese año.

A la semana siguiente, el 27 de enero, llegó el día para cumplir otra de mis metas, presentar audición para la Orquesta Institucional, ya que el año anterior ya lo había hecho, pero por diversas razones tenía que volver a presentarme. Estaba nerviosa pero segura de mí misma ya que había estudiado mucho, cuando llegó  el momento ingresé al salón de la maestra Martha, porque ahí me iban a evaluar, saludé a los maestros e interpreté las obras correspondientes para la audición. Cuando terminé salí para que los maestros dialogaran sobre los resultados.

Esperé en promedio como una hora hasta que salieron con los resultados, cuando escuché mi nombre no sabía qué hacer, me dio mucha alegría porque volvería a estudiar las obras difíciles, volver a tener los directores increíbles y los conciertos con esta maravillosa orquesta; ese día fue muy importante para mí. 

A la semana siguiente empezaron los ensayos de la Orquesta para los conciertos del año, en las áreas académicas todo iba bien, las calificaciones eran excelentes, los ensayos con la orquesta iban bien y el concierto con la orquesta Institucional fue todo un éxito, el teatro estaba lleno  y la orquesta sonó muy bien, y a penas terminó el concierto, no podía esperar para el siguiente de verdad me sentía orgullosa de pertenecer a esa gran orquesta. 

Al mes siguiente todo marchaba muy bien nada más allá  de evaluaciones, tareas, trabajos y exposiciones, además de ensayos con diversas agrupaciones musicales. Esté año era emocionante también porque iba a volver la segunda temporada del Ibagué Festival y a mi me gustaba mucho porque habían  ensayos todos los días, con un director Italiano excelente y el resultado era grandioso,  todo esto empezaba el mes de mayo,  casi que era un hecho.


Pero algo un poco alarmante empezó a pasar, un virus comenzó a rondar y a hacer de las suyas por todo el mundo, nunca pensé que llegara a Colombia porque este virus comenzó al otro lado del mundo, en China, entonces pensé que todo estaría bajo control, pero no, en menos de lo que pensé, el 16 de marzo ya estaba en casa sin poder salir, no podía ir al colegio porque las clases fueron suspendidas, en ese instante pude ver cómo todos los planes y proyectos que había para este año se derrumbaban, y toda mi vida escolar con la que soñé en estar en grado once y graduarme se hacía casi que imposible, la fiesta, el viaje ya no tenían sentido ahora porque ni siquiera podía salir de mi casa, las clases tomaron un giro de 180º grados, tuvimos vacaciones inesperadas por un mes, y cuando estas vacaciones terminaron comenzaron las clases virtuales, algo que nunca había experimentado. 

Al principio fue algo muy complicado porque habían muchos trabajos y la verdad no me rendía el tiempo, pero era cuestión de adaptarse, además, así aprendimos sobre las diversas formas de comunicarnos y hacer la mayoría de los compromisos tecnológicamente. En fin,  la vida nos pone retos, pero nosotros decidimos  si nos estancamos o asumimos esos retos y avanzamos. De acuerdo a el colegio ahora sólo pienso en graduarme como una buena estudiante, sacarme un buen puntaje en el ICFES, para tener más oportunidades, ya no me afecta el saber quizá que no volveré al colegio porque la vida sigue, lo que importa ahora es asumir este reto y seguir soñando, porque soñar vale la pena. 


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