El Conservatorio: un colegio que marca diferencia en Ibagué

 Por: Kevin Santiago Cruz Parga - 10A


El Conservatorio siempre ha tenido algo que lo hace distinto a los demás colegios de Ibagué, uno lo nota apenas entra: en lugar de escuchar gritos o timbres, se escuchan pianos, violines, clarinetes o coros; todo tiene otro ambiente, más tranquilo, más artístico, más serio; no es un colegio común y corriente, y por eso los que estudian allí sienten un orgullo especial de pertenecer.

Muchos colegios de la ciudad, como el Liceo Nacional, San Simón, Leonidas Rubio Villegas, Nuestra Señora de Fátima, Tolimense… también tienen cosas buenas, pero el Conservatorio se destaca por su forma de enseñar y por la unión que se crea entre los estudiantes; aquí no solo se estudian materias normales, sino también música, y eso cambia todo, las personas aprenden a trabajar en equipo, a ser más disciplinadas y a valorar el esfuerzo de los demás.


El sentido de pertenencia en el Conservatorio no se enseña con palabras, se construye todos los días, se ve cuando un grupo de estudiantes se queda después de clase para ensayar, cuando todos se ayudan antes de una presentación o cuando se preparan con nervios y emoción para un concierto, esas cosas hacen que uno sienta que está en un lugar donde vale la pena estar, donde uno no es solo un estudiante más, sino parte de algo que tiene historia y significado.

En el Conservatorio, estudiar no es solo cumplir con tareas, es aprender a tener constancia, hay días difíciles, porque la exigencia es alta, pero eso también forma carácter, no todos aguantan el ritmo, pero los que lo hacen se sienten orgullosos de haberlo logrado, uno aprende que el esfuerzo y la disciplina son tan importantes como el talento.

Otra cosa que lo diferencia de otros colegios es que aquí la competencia no es tan marcada, en vez de ver al otro como rival, los estudiantes entienden que necesitan trabajar juntos, en una orquesta, por ejemplo, nadie brilla si el grupo no está coordinado, esa forma de pensar se va llevando también a la vida diaria: uno aprende a escuchar, a respetar el ritmo del otro y a entender que todos tienen un papel importante.

El tiempo también se vive de otra manera. En lugar de medir las horas con el reloj, se mide por lo que se avanza en una obra o por lo que se logra en un ensayo, cada día tiene algo diferente, no hay una rutina aburrida, hoy puede haber una clase normal, mañana un ensayo general, pasado una presentación frente al público, y eso hace que la experiencia de estudiar allí sea única.

Además, el Conservatorio tiene una historia grande detrás, es parte de lo que hace que Ibagué sea conocida como la Ciudad Musical de Colombia, saber que uno estudia en una institución que ha formado tantos músicos y artistas reconocidos genera un orgullo especial, no es solo un colegio: es una parte de la cultura de la ciudad.

Mientras en otros lugares el estudio puede volverse una obligación, en el Conservatorio se siente más como una pasión, aquí se aprende a tener disciplina, pero también a disfrutar del proceso, la música une, enseña y forma, esa combinación de arte y educación hace que el Conservatorio se mantenga entre los mejores y más admirados colegios de la ciudad.




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